7. Comentarios a la fachada II


No obstante estas explicaciones, son más las preguntas que las respuestas. Por ejemplo, en circunstancias similares, las comunidades indígenas del norte de la ciudad de México (Actopan, Ixmiquilpan, Acolman, Epazoyucan, Metztitlán) construyeron fachadas más lujosas, mientras que las ubicadas al sur de la ciudad de México no (Malinalco, Ocuituco, Totolapan, Atlatlauhcan). Es decir, los del norte se parecen más entre sí que con los del sur y al revés: los del sur se parecen más entre sí que con los del norte ¿Por qué? Es evidente que los indígenas del norte eran más pobres que los del sur.
Otra pregunta: ¿por qué tanta sobriedad en la fachada y tanto lujo en el interior? Es evidente que los recursos invertidos hacia adentro del templo y del convento son mucho más que los invertidos en sus fachadas (de la iglesia y del convento)

[Detalle del segundo cuerpo de la fachada de la iglesia flanqueada por la torre, a la izquierda, y un contrafuerte a la derecha y rematado con un reloj. Es evidente que la torre se construyó en una etapa posterior, quizá ya de abundancia, pero rompe, por su bastedad, la armonía, la esbeltez y la sensación de grandeza; por ejemplo, el ancho del cuerpo de la torre equivale a dos terceras partes del ancho de la fachada, esto transmite una sensación de achaparramiento a la iglesia; la torre es impersonal y sin estilo y no se integra ni le da armonía al conjunto; compárese esta torre con la esbeltez y donosura de la torre del campanario de Zempoala y se entenderá con claridad lo que quiero decir. Por otro lado, como el primer cuerpo del campanario quedó ligeramente atrás, desnivelado de la fachada, se le hizo un resane en plano inclinado para tratar de incorporarla a la fachada y crear con esta un mismo plano, pero el resultado es torpe, pareciera que la inmensa mole del campanario se construyó más con temor que se fuera venir abajo que con un sentido de lo bello. La torpeza del diseñador o del constructor no le permitió tomar bien las medidas para evitar o corregir el desnivel aludido, o bien, el peso, autónomo, de cada una de las moles pétreas se desplaza en el subsuelo de manera autónoma, y los constructores de la torre no pudieron calcular esto.
Por otro lado, se observa que hay un contrafuerte del lado derecho de la fachada pero no lo hay en el izquierdo; muchos de estos templos agustinos tienen en las esquinas de sus fachadas estos contrafuertes que apuntalan el edificio y le dan un sentido de la volumetría y de la tercera dimensión; este par de contrafuertes lo tienen los templos de Tlayacapan, Atlatlauhcan, Yecapixtla, y Totolapan, entre otros. Todo parece indicar que el contrafuerte derecho fue retirado para construir ahí la torre, solución pobre y falta de imaginación, ya que, por ejemplo, las torres de los campanarios de Yecapixtla y Atlatlauhcan se construyeron atrás de la fachada, evitando así alterar el diseño original e integrándose al conjunto y no compitiendo con él.
Finalmente está el reloj que remata la fachada; es muy probable que haya sido instalado a principios del siglo XX. Aunque su diseño es sobrio como el resto de la fachada no buscó integrarse a ella, sino que simplemente, como la torre del campanario, se le adosó; esta yuxtaposición salta más a la vista cuando lo comparamos con el reloj de la iglesia de Atlatlauhcan, que sí busco integrarse al conjunto. Es muy probable que antes de ese reloj hubiera ahí una espadaña con el campanario, y simplemente se le rasuró, a raíz de la construcción de la torre; es decir, múltiples decisiones tomadas con poco tino y poco felices en sí mismas. A medida que comente el resto iré señalando otras modificaciones desafortunadas.
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